Un sueño hecho realidad: Compañía delabarca

calderon-barca-medallonDarlo todo y no dar nada

Auditorio del Museo del Prado

Funciones: 25-X, 15-XI, 13-XII (2013) y 10-I (2014)

Viernes y lluvia en Madrid. Salgo de clase a todo correr y encamino mis pasos hacia el Prado. No llego: un taxi, por favor. Peor el remedio… ¡Por fin! Diez minutos para que la función dé comienzo. Hasta ese instante no me hago cargo de lo extraordinario del evento al que, de un momento a otro, voy a asistir. Pero algo tiene el lugar -incluso aquí, bajo la discutida ampliación de Moneo- que ejerce su particular influencia. Como si esa condensación de tiempo y de belleza que se acumula en tanto lienzo gozara de la propiedad física capaz de generar una dimensión insólita. De pronto, se aquieta el ritmo, se olvidan móviles, guasapes, tareas inacabadas, y hasta el último y ridículo enfado por aquella estúpida nimiedad de la que ahora ya ni el recuerdo.

El museo transformado en teatro

Señores, es Calderón. Sí, ¡Calderón en el Prado!, acompañando a Velázquez y su exposición «Últimos retratos». Darlo todo y no dar nada: con este título ingenioso, que es a un tiempo eficaz reclamo y sugerente invitación a resolver un enigma, el dramaturgo madrileño ofreció a la corte de Felipe IV una deliciosa comedia palaciega, que dramatiza algunos  de tantos pasajes legendarios sobre el gran Alejandro Magno. La obra se estrenó a un paso de donde estamos, en el palacio del Retiro, año de 1651, con motivo del cumpleaños de la reina Mariana de Austria (¡vaya regalo!). Se da la circunstancia de que Velázquez se acababa de reincorporar a la Corte tras su viaje a Italia y, como ocurriera ya en El pintor de su deshonra, don Pedro parece haber querido homenajear al admirado artista, esta vez a través de la figura de Apeles (quien sale victorioso en un certamen ante Alejandro, frente a sus rivales, los pintores Timantes y Zeuxis).

VelazquezEstoy en el Prado, sobre el escenario del auditorio un decorado mínimo hecho por caballetes, marcos y lienzos. La obra ha comenzado aunque no lo parece: en los extremos los actores se desdoblan en actores que se preparan para ensayar la representación de Darlo todo y no dar nada. También el espectador experimenta cierto desdoblamiento. Por unos instantes soy un alto aristócrata de aquel convulso XVII, he compartido cacerías con su Majestad, cuya confianza me honra inmerecidamente. Al fondo intuyo o imagino la presencia de esos dos ingenios temperamentales: el poeta y el pintor cuchichean mientras se va llenando la estancia. Juego de espejos y de tiempos que se expanden y multiplican en abismo. Ante el rey, un rey; ante el pintor, un pintor. Pero el pintor retrata al rey en el allá de la escena; como el monarca acá, tantas veces, quedara recogido por el pincel de Velázquez. Siglos después el acá es otro allá y nosotros, actores y espectadores, estamos a punto de sumirnos en un sueño que nos transporta. ¿Nos retrata?

El espectáculo barroco: anhelo de totalidad

Con esa pasmosa habilidad para entretejer con precisión hilos argumentales tan dispares, sobre el escenario se desplegará la coronación artística de Apeles como modelo eximio de pintor (más concretamente retratista); un debate moral entre la gloria del poder, representada por el conquistador infatigable, y el estoico desengaño, encarnado por un fascinante Diógenes; las aventuras de la cautiva Campaspe, transformada en amazona guerrera para defender su honor; el complejo enredo en que se ve atrapado el pintor, arrojado a la locura por tener que renunciar a su pasión amorosa: lealtad al monarca obliga…; y todo ello salpicado por la comicidad de ese gracioso saltimbanqui de Chichón y la hermosura delicada, vibrante o seductora, de los abundantes pasajes musicales.

Foto de Ana Dalmás; El País

Foto de Ana Dalmás; El País

Los versos tan pronto vuelan como se remansan; su conceptismo, en ocasiones, se presenta como un verdadero desafío mental que no tolera el mínimo despiste, para después brotar con natural encanto o recoger la chispa y el sabor de la expresión más llana. El cambio de escenas y de tonalidades se desenvuelve con sencillez aparente como si todo fluyera, del mismo modo en que los actores se adaptan a los distintos caracteres de los diversos personajes que interpretan.

La obra es un estímulo continuo para la reflexión, un prodigio de la plasticidad y variedad con la que los autores áureos exprimen todas las posibilidades que les ofrece la lengua, una embriaguez de belleza que parece brotar de un caudal inagotable, una perfecta fusión armónica de lo serio y hasta sublime con la cara cómica y por momentos mezquina que acompaña también la experiencia humana. Pero extraer de la obra todas estas cualidades, encarnar los personajes y darles nueva vida, hacerlo de tal manera que llegue hasta el público de hoy -tan alejado de las convenciones teatrales y el humus cultural en que fue creado-, y así, este no solo lo entienda, sino con él dialogue y por él quede cautivado… eso es un reto de proporciones casi imposibles.

Aparentemente, porque el anhelo se cumple y la obra alcanza a un espectador contemporáneo que, al final del vuelo, cae rendido ante el texto de Calderón, ante el exigentísimo trabajo de los actores, ante la mínima pero eficaz, coherente y semánticamente densa resolución escenográfica, ante las perfecta integración de las composiciones musicales y ante el invisible pero notable, notabilísimo, sello de una directora apasionada por el genio madrileño.

Delabarca: un proyecto de amplio horizonte

nuria_alkortaEse entusiasmo, sostenido sobre una excepcional formación y una dilatada trayectoria en el mundo del teatro son los ingredientes que permiten entender el éxito de la aventura emprendida por Nuria Alkorta (profesora de la RESAD) al embarcar a un sólido equipo en la formación de la Compañía delabarca (2009) y presentar ahora, con esta comedia, su tercer montaje. Creo no exagerar si afirmo que se trata de uno de los proyectos teatrales más ambicioso y de mayor calado que ha surgido en nuestro panorama cultural en los últimos años. Lo han hecho además en estos tiempos de aciaga crisis. La criatura aún está dando sus primeros pasos, pero avanza con dirección firme.

¿Su objetivo? Otorgarle a los textos calderonianos sobre la escena contemporánea, el lugar y la difusión que sin duda merecen por tratarse de una de las grandes cimas de la Literatura Universal. El medio para lograrlo es un esforzado trabajo integrador en el que se combinan la investigación textual, histórica y socio-cultural, la reflexión interdisciplinar sobre el alcance y las interpretaciones de la obra, la preparación actoral y artística, así como el diseño y elaboración de cada uno de los montajes. Como ellos mismos señalan: «la Compañía se erige así en el eje de un Centro  de investigación, interpretación y producción de las obras del  monstruo de los ingenios”.

Y la verdad es que ya era hora. En Inglaterra tienen a Shakespeare y todos conocemos a la Royal Shakespeare Company que, desde 1875, ha desarrollado una formidable labor para mantener vivo y difundir el prodigioso legado del dulce cisne de Avon. Vamos con un poco de retraso. Pero ahora podemos afirmar, no sin orgullo, que desde hace cuatro años contamos nosotros también con una compañía a la altura de uno de nuestros grandes creadores literarios: delabarca ha comenzado a transformar el sueño en realidad.

Para terminar, os adjunto un interesante reportaje sobre la Compañía delabarca :

6 pensamientos en “Un sueño hecho realidad: Compañía delabarca

    • ¡Mil gracias, María! Es todo un honor tener a una seguidora de tanta calidad :-). Y sobre la obra de Calderón, se vuelve a representar otras tres veces (la próxima el día 15-XI): ¿Llevamos a alumnos?

      • Ángel, yo creo que HAY QUE invitar a ir a los alumnos si, como dices, la representación es de gran calidad. tendríais que moverlo en GLI, y con todo mi apoyo en el caso de los alumnos de Historia y Arte

      • ¡De acuerdo: vamos a moverlo! Y, además, estoy seguro de que los alumnos de Historia, Historia del Arte y Humanidades van a disfrutarlo tremendamente. Son una verdadera joya esos alumnos.

    • Querido Pablo: yo sí que sé lo bien que escribes tú (que aún conservo algunos versos).
      Lo que habéis hecho Nuria, la Compañía y sus impulsores es absolutamente extraordinario. Así que mi entusiasmo es solo un mero eco, fruto del contagio entusiástico que cualquier persona con un poquito de sensibilidad puede experimentar asistiendo a vuestros montajes.

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