El revés de la pantalla*

Juan solo 1

El próximo lunes, 21 de octubre, a las 19:30, en la cervecería @BeerStationMad (Cuesta de Sto. Domingo, 22), tendrá lugar la «puesta de largo» de esta primera novela de Juan Solo. Le acompañará Toni Garrido. Aquí os dejo la reseña del libro que publiqué hace una semana.

Juan Solo: El hombre sin brazos

(Madrid: Léeme Libros, 2013, 434 páginas)

Vivimos de lo que vemos. No solo, pero sí en buena medida. Acaso sin que seamos del todo  conscientes. En nuestra imaginación y en múltiples conversaciones, las historias y  personajes que pueblan el espacio aparentemente reducido de esa caja, a la que llamamos “tonta”, dan el salto y se convierten en polizones a bordo de la diaria rutina: nos habitan. Están ahí, como uno más; en ocasiones, incluso, más presentes que nadie. Pero, ¿qué sabemos en realidad de ellos?, ¿cómo han llegado hasta allí?, ¿cómo funciona todo ese complejo dispositivo al que tantas horas de atención dedicamos?

La novela de Juan Solo deja al desnudo las tripas del monstruo y nos permite acceder no solo a la trepidante pulsación de un plató emitiendo en directo, con el motor a toda máquina: va más allá. Y no teme adentrarse en el lado tenebroso que suele ocultar la pirotecnia del espectáculo y el presunto glamour que la acompaña. Los egos, las envidias, la mediocridad enaltecida, la frivolidad de lo superficial, la lucha de inconfesables intereses; pero también el talento, las horas de trabajo, los reductos de solidaridad, o la capacidad para engendrar nuevos sueños. Sí, a través de las peripecias de Lucas Martín, el presentador de Babilonia y protagonista de esta historia, uno tiene la oportunidad de acercarse, quizás por primera vez, a ese otro lado de la pantalla. Esto es probablemente lo primero que llama la atención del lector. Pero la historia con la que Juan Solo acaba de lanzarse al difícil oficio de novelista contiene mucho más en sus vertiginosas páginas.

Una trama peligrosamente adictiva

Los sesenta y siete capítulos atrapan desde el primer instante y no dan reposo al lector. El Hombre sin brazos es adictivo: si uno empieza, ya no puede parar. Y esto es así porque ante nuestros desorbitados ojos, la vida de ese joven y atractivo presentador que, al comenzar el relato, parece estar más allá del bien y del mal, hastiado del programa, de sus jefes y de un mundillo cuyas miserias percibe con mordaz perspicacia, se encuentra de pronto lanzado a una vorágine de acontecimientos que trastocan sus circunstancias por completo, obligándolo a atravesar un genuino descensus ad ínferos.

Creo que lo dijo Murphy: “si algo puede ir mal, irá peor”. No le bastará al pobre Lucas con el descalabro profesional. Su vida sentimental entra en un auténtico tsunami y el protagonista se debatirá angustiosamente entre la fidelidad al amor conocido o la posibilidad de una aventura que se promete fascinante; al mismo tiempo, una fan psicótica parece haberse obsesionado con él hasta un extremo altamente amenazador. Para colmo de desdichas, se produce una muerte repentina en la redacción y todas las miradas lo sitúan como principal sospechoso… El misterio y la intriga están servidos.

Watson y HolmesEl autor admira la saga detectivesca de Holmes y así se percibe en la obra, hasta el punto de que, en algunos tramos, se convierte en una deliciosa parodia (homenaje, a  un mismo tiempo) de las célebres novelas ideadas por Conan Doyle. Lucas, en el papel de improvisado investigador que necesita aclarar los hechos, se va viendo atrapado, cual insecto caído en telaraña, por una red de misterios y casualidades que lo enredan y complican todo aún más, a cada paso que da. Con la aparición de Aquiles, el amigo tan estrafalario como genial que le acompañará en sus aventuras, la narración encuentra el atinado complemento y contrapunto que la completa. Y así tenemos a una de esas formidables parejas literarias que tanto juego dan y que hallan sus más remotos precedentes en dúos tan prestigiosos como el de Dante y Virgilio, Sancho y Quijote…, o no tan lejanos: elemental, de nuevo Holmes y su querido Watson. Aunque aquí el protagonista es el que se ve superado continuamente, a veces hasta caer en la exasperación, por el ingenio y los inescrutables planes de quien acaba asumiendo el papel de verdadero director de escena. Sin saberlo, los personajes se convierten en piezas de un complicado ajedrez donde se juega una partida de alto riesgo, que lleva inscrito el nombre de venganza. El espíritu de Hamlet aletea en el revés de la trama, pero eso el lector habrá de descubrirlo.

Agilidad y humor

Escrita en un tono muy directo y con esa difícil naturalidad que nos hace sentir confidentes de una conversación prolongada con Lucas, la narración autobiográfica permite descubrir a un héroe de carne y hueso que, en todo momento, resulta humano y hasta demasiado humano: a veces cae en aquello que censura, no duda en adjudicarse méritos de los que carece, puede traicionar, mentir y, por supuesto, equivocarse. Sin embargo, hay algo que lo rescata y engrandece: nunca se deja atrapar por una balsámica justificación que lo libere de esa dramática encrucijada donde la vida se dirime entre la esquina del bien o la del mal… y es precisamente eso lo que le conduce a recobrar sus pasos perdidos.

¿Y el humor? Lo sé, y por eso lo he dejado casi hasta el final. Decir Juan Solo es abrir las puertas a la comicidad y el lector no se verá defraudado. Todo lo contrario, la novela es un prodigio de ingenio, una invitación constante a la hilaridad, la risa o la carcajada a mandíbula batiente, según los momentos y sensibilidades. No me cansaré de decir que lo que más me sorprende de su autor, en lo que se refiere a este punto, es la versatilidad. Porque su humor toca todos los palos: desde la chanza simple, hasta el juego conceptista; desde el realismo casi procaz, hasta el más inimaginable absurdo. Y algo que también está aquí presente: las burlas pueden ser por momentos flechas cargadas de sátira; pero de igual forma, con frecuencia son la puerta de una mirada más comprensiva con los defectos de los otros, que bien pueden ser los nuestros.

Portada el hombre sin brazosToda reseña resulta corta, porque es incapaz de sustituir la lectura del libro. Se me quedan en el tintero los sueños visionarios que introducen un elemento mágico y surrealista en un relato tan hiperreal; la figura entrañable de Jeremías, el viejo profesor acosado por las apariciones de los Luises; la felina Elvira y su misterioso gineceo de mujeres exóticas; los mechones de Pelotriste y las pecas de Belén… Y hay algo que no puedo perdonarle al autor y es que Ángela, la novia casi perfecta como anuncia la contraportada del libro, acabe como acaba. Pero eso es algo que el lector comprenderá cuando llegue al último capítulo y, dolorosamente, caiga en la cuenta de que le toca despedirse de toda esa maravillosa galería de personajes que le han acompañado durante un recorrido tan compulsivo como estimulante. Felicidades al autor por esta magnífica opera prima y a los editores por otorgarle un cuidadísimo receptáculo, que da gusto incorporar a la biblioteca de los libros favoritos

(*Reseña publicada en Onceu.es

Para conocer más al autor y su libro os recomiendo dos entrevistas:

-En el programa Retratos de Onceu

-En La Noche de Cope con Lartaun de Azurmendi

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