Cristeros Tex-mex: For Greater Glory (I)

La película mexicana de mayor presupuesto, un plantel de actores que quita el hipo, opera prima de Dean Wright (quien había participado ya en proyectos muy célebres: The Lord of the Rings o Narnia), recuperación fílmica de un tema histórico tan controvertido como la Guerra Cristera… For Greater Glory lo tenía todo para convertirse en uno de los largometrajes más importantes del cine mexicano. ¿Lo consiguió? El tiempo, la crítica y los espectadores dirán. Aquí dejo solo las rápidas impresiones de un aficionado al séptimo arte que ha dedicado algunos años de investigación a estudiar, desde diversos ángulos, la materia histórica en la que esta obra centra su atención.

Premiere Of ARC Entertainment's "For Greater Glory" - Arrivals

Un relato confuso con grandes aciertos

Creo que para emitir un juicio más ponderado puede ser útil distinguir, por una parte, los aspectos más puramente cinematográficos y, por otra, su tratamiento del referente histórico. Respecto de lo primero, ya he indicado que únicamente puedo verter mi opinión de aficionado. Eso sí, después de haber visto tres veces la película y aprovechando las analogías que cabe establecer con las narraciones literarias, donde me manejo con algo más de fundamento.

En sus 145 minutos de duración, esta obra intenta dar cuenta de los antecedentes inmediatos que conducen al conflicto, la persecución religiosa en los pueblos, los juegos negociadores de la alta política, la resistencia pacífica de Anacleto, la peripecia personal del general Gorostieta, la valiente y eficaz participación de las Brigadas Femeninas, las andanzas del «Catorce» y los curas alzados (Pedroza y Reyes Vega), el martirio del niño José Sánchez del Río… Demasiadas piezas para armar y demasiado complejas cada una de ellas. Suficiente bien salió el cóctel si analizamos el listado de los ingredientes. Pero esto no lo libra de un cierto regusto a fallido.

Quien mucho abarca, poco aprieta. La propuesta narrativa de For Greater Glory resulta excesivamente ambiciosa. Ahí reside, en mi opinión, su gran talón de Aquiles. Para poder tramar satisfactoriamente la madeja de hilos de acción que el relato acomete, haría falta una prodigiosa habilidad que muy raramente comparece. De lo contrario, como de hecho ocurre, la complejidad se transforma en confusión, se quiebra la unidad esencial que pide toda buena historia y el espectador asiste a tramos de la proyección que exigen continuidad y no la encuentran, que rompen el ritmo de la intriga y que, en los peores casos, dejan la impresión de un retazo innecesario metido con calzador (v.g. la historia de Anacleto, el asesinato del fotógrafo en Sahuayo o la intervención de los obispos negociadores).

La cuestión del género

for-greater-glory-3La teoría de los géneros nos ha enseñado la importancia que estos adquieren a la hora de configurar ese «marco de juego» en el que la audiencia espera que se integren los componentes de la historia. Si tuviéramos que adscribir la película a alguna categoría genérica, tenderíamos a incluirla en el campo de lo épico… Pero la realidad es que uno se encuentra ante una abigarrada mezcla de documental histórico, western a la  mexicana, thriller político, drama religioso y, sobre todo, abundantes dosis de melodrama de época al estilo hollywoodense (y no en su mejor acepción, por cierto). En definitiva mucha lágrima, mucha bala y, a veces, poca nuez. Se abusa de la cámara subjetiva, se ralentiza innecesariamente el tempo, el recurso a la música reiterada llega a percibirse de un modo evidente y, en los momentos trágicos, se ha optado por ese crudo hiperrealismo que exploró Gibson en La Pasión. Una apuesta estética que podría ser válida si no estableciera un grotesco contraste con otras secuencias, como esa fiesta de las balas en la que Victoriano Ramírez da muerte a los catorce federales, o la atenuada versión del asalto al tren de La Barca, protagonizado por un Reyes Vega descafeinado. Tal asimetría desconcertante tiene su origen, a mi modo de ver, en el enfoque desde el que es abordada la guerra y, por eso mismo, volveré a retomarlo más adelante.

Parecería, por lo que he escrito hasta ahora, que mi lectura de la película rezuma un concentrado rechazo. Nada más lejos de la realidad. Si he subrayado aquello que me ha parecido menos logrado es porque estoy convencido de que en esta obra había aciertos extraordinarios como para haber ofrecido ese gran relato que el acontecimiento histórico merece. En su haber debo elogiar, para empezar, su brillante arranque: aquí sí que -con la única excepción del inverosímil Calles- el guionista ha conseguido ensamblar las piezas con ritmo, claridad y emoción. La dirección y realización no le van a la zaga. Es difícil, muy difícil, lograr exponer en tan poco tiempo la complejidad de factores que se suman para construir lo que Meyer denomina «el infernal engranaje que conduce a la guerra». A pesar de lo que han señalado algunos críticos, la propuesta de época me resulta realmente conseguida. Del mismo modo que, cuando ya estamos metidos de lleno en la batalla, los paisajes, pueblos, vestuarios dibujan una coherente visión estética que le otorga ese sabor de western sin romper la verosimilitud histórica (para conocer, con más detalle, algunos de estos aspectos puede consultarse la estupenda reseña de Guzmán Urrero). Otro cantar es el problema del lenguaje para el espectador hispanohablante, actores en su mayor parte latinos hablando inglés con algunos pasajes en español, pero tampoco era fácilmente resoluble.

Dos vidas que se juntan

for-greater-glory-pic04Y llego así a la gran historia y, en última instancia, al elemento que en mi opinión salva a todo el proyecto, atenuando sus posibles defectos: la figura del general Gorostieta y su enlace con las aventuras del joven mártir. Inmenso: ese es el adjetivo que me viene a las teclas para referir la interpretación del Jefe de la Guardia Nacional que ha llevado a cabo Andy García. Creo no exagerar si digo que es este uno de los más grandes papeles encarnados por el gran actor cubano-estadounidense. Es, desde luego, el personaje más redondo. Experimenta una paulatina evolución a medida que avanza el film: desde su descreimiento inicial y distanciado de la causa (a la que se suma por una suma de intereses personales), hasta su compromiso hondo y convencido, que le supone además el retorno a la fe. La humanidad que destila un carácter rico en rasgos y asentado en sólidos valores dibuja una combinación cromática excepcionalmente encarnada por García:  inteligencia, socarronería, capacidad para el mando, alto sentido del honor, el amor por su esposa y sus hijas,  ternura, don de gentes, agudeza psicológica… Todo ello aunado convierte a esta figura en un héroe épico de enorme talla.

El complemento ideal viene representado por ese niño que protagoniza una apasionante historia de iniciación que culminará en el martirio final y dejará el corazón del espectador encogido. Hermoso es el vínculo que se establece entre el general, hombre curtido ya por los golpes de la vida, y el idealista adolescente que comienza siendo un travieso Joselito para transformarse en el hombre capaz de afrontar una tortura brutal por mantenerse fiel a su fe. El papel del padrino Picazo, pegado a la veracidad de los hechos, puede pasar a ingresar la nómina de los personajes más repugnantes de la historia del cine: político oportunista, acomodado al sistema, mezquino en sus miras, inhumano en sus acciones.

Hay dos secuencias que no quiero dejar de destacar por su emoción intensa y, esta vez sí, deliberada contención: la despedida entre el viejo párroco (Peter O’Toole) y el niño; y el diálogo entre José y el General, cuando este le cuenta la historia de su caballo. Dos escenas de antología para un actor revelación (Mauricio Kuri). Por increíble que nos pueda parecer hoy, la peripecia del niño mártir, salvo en un pequeño detalle plenamente justificado por la eficacia narrativa, se ajusta a lo que realmente aconteció. Es el momento, pues, de pasar al análisis del trasfondo histórico. Pero antes, os dejo con el relato vivo del martirio en palabras de la tía del Beato, recogidas por Jean Meyer, en un maravilloso documental sobre la Guerra Cristera:

3 pensamientos en “Cristeros Tex-mex: For Greater Glory (I)

  1. Pingback: Como quien va al matadero: Los últimos cristeros, de Matías Meyer | El blog de GLI

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